Los costes hundidos son aquellos gastos irrecuperables ya invertidos en un proyecto o decisión económica. Son independientes del resultado final y no deben influir en futuras decisiones financieras. Esto, debido a que su valor no será recuperado, independientemente de las acciones futuras.
En el apasionante mundo de la economía y las finanzas, nos encontramos con diferentes términos que pueden parecer complicados, pero que en realidad representan conceptos bastante sencillos si los desglosamos adecuadamente. Tal es el caso de los «costes hundidos». Aunque su nombre pueda sugerir alguna teoría abstracta y compleja, se define a grandes rasgos como aquel dinero que ya ha sido invertido y por ende, perdido irremediablemente en un proyecto empresarial o una decisión financiera. Lo importante aquí es entender que dicho gasto no debería tener peso alguno en futuras decisiones económicas porque, independientemente del camino que tomemos después, ese capital ya no se va a recuperar.
Naturalmente luego nos preguntamos ¿Cómo opera este concepto dentro del entramado empresarial? ¿Se puede ilustrar de alguna manera más tangible? Para dar respuesta a estas cuestiones dedicaremos un espacio para desglosar ejemplos reales sobre cómo se presenta este fenómeno en la vida diaria de una empresa. Esto nos permitirá comprender aún más el relevante papel que juegan los costes hundidos en la toma de decisiones financieras y estratégicas.
Ejemplo de costes hundidos en una empresa
Los costes hundidos representan las inversiones que una empresa ha realizado y que, bajo ninguna circunstancia, podrá recuperar. Son gastos irrecuperables e irreversibles y son irrelevantes para futuras decisiones comerciales desde el punto de vista económico. Para entender bien esta noción abstracta, es útil ilustrarla con ejemplos concretos.
Supongamos que una editorial decide publicar un nuevo libro. Para ello, contrata a un autor famoso por una suma considerada de 10000 euros para redactar el manuscrito. Este gasto inicial representa un coste hundido porque ya se ha invertido y no puede ser recuperado independientemente del éxito o fracaso de la producción del libro.
Coincidiendo con el lanzamiento del libro, surge cierta controversia respecto al autor en los medios de comunicación. Como resultado, las expectativas previas de ventas se desploman dramáticamente. La decisión ahora para la editorial es si continuar invirtiendo en la promoción y distribución del libro o asumir el posible fracaso de ventas.
En este sentido, los 10000 euros pagados al autor debe considerarse un coste hundido. Es decir, este dinero ya ha sido gastado y no puede ser recuperado, independientemente de las acciones futuras que decida tomar la editorial. Esta decisión no debería tenerse en cuenta al considerar si continuar o no con la promoción del libro.
En cambio, lo que realmente importa para tomar esta decisión son los potenciales ingresos frente a los gastos adicionales requeridos para marketing y distribución (que sí pueden evitarse). Al decidir sobre estas acciones futuras y sus respectivos costos e ingresos estimados es como se debe proceder desde una perspectiva económica racional.
Otro ejemplo común de coste hundido puede ser la adquisición de equipos o maquinaria especializada para un proyecto específico dentro de una empresa. Una vez comprada esta maquinaria, su costo se convierte inmediatamente en un coste hundido dado que este gasto ya se ha realizado sin posibilidad realista de recuperación total independientemente del resultado final del proyecto.
Estos dos ejemplificaciones evidencian cómo operan los costes hundidos en un contexto empresarial real y ofrecen ciertas pautas sobre cómo identificarlos correctamente y asegurarse de no caer en la «falacia del costo hundido» al hacer evaluaciones financieras futuras.