El «consignante» se refiere a una persona física o jurídica que otorga bienes o mercancías a otra parte, denominada consignatario, bajo un acuerdo contractual. El consignatario vende dichos bienes en representación del consignante y por cuenta de este último. La propiedad de los bienes permanece con el consignante hasta su venta.
Introduciendo el concepto de «consignante», podríamos decir que se trata del actor principal en una relación de consignación, es decir, aquel que entrega sus productos o bienes a otro para su venta. Este «otro» se conoce como consignatario y su papel es vender los productos del consignante en nombre de este. Es importante destacar que mientras los bienes están en manos del consignatario, son propiedad del consignante hasta que sean efectivamente vendidos. Así, nos encontramos ante una modalidad comercial dinámica y particularmente interesante. En este escrito profundizaremos más sobre el papel del consignante: sus posibles beneficios y desafíos al optar por esta forma de negocio e intercambio comercial. Acompáñenos en este apasionante recorrido por las vericuetos del mundo financiero y económico desde la perspectiva tan singular que nos brinda ser un «consignante».
Ventajas de la consignación para el consignante
La consignación puede ser vista como una estrategia de prevención de riesgos en el mundo empresarial. Para el consignante, que es quien proporciona los bienes o servicios, existen varias ventajas que pueden ser aprovechadas. A continuación, se detallan algunas de ellas:
- Bajos costos iniciales. La consignación permite al consignante reducir considerablemente las inversiones iniciales. En lugar de comprar grandes cantidades de productos para almacenar y vender más adelante, sólo necesita proporcionar el inventario suficiente para cumplir con la demanda actual.
- Retorno seguro. Si un producto no se vende, el consignante tiene derecho a recuperarlo sin ninguna complicación financiera. Evitando así perder dinero por un producto que no resultó atractivo en el mercado.
- Flexibilidad de inventario. Basado en la respuesta del consumidor, el consignante tiene la libertad y flexibilidad para ajustar el tipo y cantidad de productos que ofrece.
- Mayor alcance del mercado. Con distintas tiendas vendiendo sus productos, es posible llegar a un público más amplio sin necesidad de aumentar los gastos publicitarios o logísticos propios.
- Rotación rápida. Dado que solo los productos populares permanecen en stock, hay una rotación más rápida del inventario lo cual significa menos gastos por almacenaje y mantenimiento.
- Reducción del riesgo. Al trabajar bajo consignación, se reduce el riesgo financiero asociado con la tenencia y venta directa de bienes o servicios pues si estos no se venden simplemente son devueltos al vendedor sin ninguna penalización.
Estas ventajas demuestran cómo la opción de la consignación puede ayudar especialmente a negocios pequeños o emergentes a mantenerse competitivos frente a competidores más grandes con recursos económicos mayores.
Pero, como toda estrategia comercial también tiene desventajas las cuales deben valorarse antes tomar una decisión final entre adoptar esta modalidad o establecer puntos propios de venta directa.
La clave está en analizar cada aspecto y decidir qué estrategias son las mejores para su negocio ya sea como complemento o principal forma canalización hacia sus clientes finales.
Desventajas de la consignación para el consignante
Las transacciones de consignación pueden parecer atractivas para los consignantes en primera instancia por su conveniencia y la posibilidad de generar ingresos a partir de productos que no se han vendido. En cualquier caso, es importante tener en cuenta que la consignación también tiene sus desventajas, las cuales pueden eclipsar los beneficios potenciales si no se manejan adecuadamente.
En primer lugar, una desventaja significativa es el riesgo financiero. En la consignación, el vendedor (el consignante) no recibe ningún pago inicial al entregar los bienes al comprador (el consignatario). Solo se paga después de que el producto se ha vendido. Esto significa que si el consignatario necesita un periodo prolongado para vender el producto o finalmente no es capaz de venderlo en absoluto, el consignante puede terminar esperando indefinidamente un pago que quizás nunca llegue.
Por otro lado, mientras está en posesión del consignatario, es probable que cualquier daño físico o pérdida del artículo pueda ser responsabilidad del consignante. A menos que exista un acuerdo previo fortalecido por un contrato legal vinculante, recuperar costos por daños ya sea intencional o accidental puede resultar una tarea ardua y compleja.
La falta de control sigue siendo otra preocupación pertinente para los consignantes. Una vez cedido el producto al consumidor para la venta, pocas decisiones siguen estando bajo su control directo. Desde cómo se muestra o promociona su producto hasta cuánto tiempo permanece en exhibición antes de estar disponible para la venta son detalles usualmente manejados por el minorista.
Otra limitación relacionada con esto radica en la posibilidad real de una representación deficiente del producto. Si el minorista no comprende completamente las especificaciones técnicas y ventajas competitivas del producto podrían representarlo erróneamente ante los clientes potenciales lo cual afectará negativamente las ventas posibles.
Asimismo, dependiendo del tipo de productos involucrados y del mercado específico al cual están destinados, puede haber problemas regulatorios o legales complicados asociados con transacciones de este tipo. Nuevamente estos inconvenientes deben ser identificados y resueltos a menudo con asistencia legal profesional lo cual suma costes adicionales.
Finalmente cabe señalar que si bien algunas empresas pueden ver la opción de entrega a terceros como una liberación útil del exceso inventario antiguo,esta estrategia puede eventualmente canibalizar las ventas directas complicando así aún más los ingresos proyectados.
En conjunto estas desventajas subrayan algunos riesgos tangibles asociados a usar métodos de venta basadas en la consignación algo que debe ser considerado cuidadosamente antes trabarse compromisos formales tanto desde perspectiva operativa como financiera.