El cierre contable es un proceso fundamental en la contabilidad que se lleva a cabo al final de cada periodo fiscal. Consiste en sumar y registrar todas las transacciones financieras de una entidad durante ese periodo para obtener resultados finales precisos. Estos registros proporcionan información vital sobre la salud financiera de una organización y facilitan el cumplimiento de obligaciones fiscales, legales y operativas.
En el mundo de las finanzas y la economía, realizar un adecuado seguimiento de los ingresos, gastos, obligaciones fiscales y demás transacciones económicas que impactan el balance financiero de una empresa es esencial. Para ello, se recurre a un proceso clave y recurrente: el cierre contable. Imaginemos este procedimiento como un libro de cuentas anual, donde se marcan meticulosamente todas las actividades económicas sucedidas en el lapso de un año fiscal. De esta manera, logramos obtener una visión clara y justa del estado financiero en donde se encuentra nuestra organización.
El cierre contable nos sirve entonces como una radiografía precisa del desempeño económico de la entidad en un determinado periodo: lo bueno -los ingresos-, lo malo -los gastos- y todo lo que queda en medio. Además esta práctica destaca por permitirnos cumplir con todas nuestras obligaciones legales y tributarias al tiempo que facilita la gestión eficiente del negocio.
En el presente artículo vamos a detenernos a profundizar sobre cómo se lleva adelante el proceso para obtener dicho resultado contable mediante el cierre contable y qué distingue éste procedimiento del llamado «cierre fiscal». Te invitamos a continuar leyendo para entender mejor estos conceptos económicos clave, simplificados para tu mayor comprensión.
Proceso para obtener el resultado contable: cierre contable
Iniciar un proceso de cierre contable es como embarcarse en una expedición por la abundante jungla de los números, las cuentas y los registros. Sin embargo, es un viaje vital que toda empresa debe emprender para conocer su estado financiero actual y proyectar sus decisiones futuras.
El primer paso del camino es el seguimiento y la recopilación de todas las transacciones financieras realizadas durante el período contable en cuestión. Este detalle puede abordarse diaria, semanal, mensual o anualmente pero asegurándose siempre de que no se omita ninguna transacción.
Una vez reunidos todos los datos correspondientes, se procede a registrarlos en la matriz contable denominada «Libro Mayor». Este registro llevado con precisión facilitará enormemente el siguiente paso del proceso.
El siguiente paso involucra hacer un balance preliminar de prueba. Este documento proporciona una visión general del débito y crédito total de todas las cuentas y ayuda a detectar cualquier discrepancia en las entradas. Es muy importante verificar este balance minuciosamente ya que identificar posibles errores ahora ahorra tiempo valioso más adelante.
Cuando se ha comprobado y confirmado la exactitud del balance preliminar, llegamos al ajuste de entradas. Aquí es donde toda empresa necesita reflexionar cuidadosamente sobre sus ingresos acumulados y gastos no pagados. Estos deben registrarse en este punto para garantizar que coincidan con el período correcto.
Posteriormente, preparar otro balance después de hacer estos cambios está justificado. A esto se le conoce como ‘Balance ajustado’ donde todos los ingresos acumulados y gastos pendientes son visibles claramente.
Da lugar después a otra etapa sustancial conocida como elaboración de los estados financieros temporales también llamados «proforma». Se refiere a documentos importantes como el estado de resultados proforma, donde se presenta un resumen detallado del beneficio o pérdida neto obtenido durante el período contable. Además otras referencias importantes son el balance general provisional, que muestra los activos totales frente a pasivos y patrimonio neto,así como también el estado provisional de flujos efectivo que retrata cómo fluye dinero líquido dentro o fuera del negocio.
Para dar por concluido exitosamente esta expedición requerimos ejecutar lo conocido como «entrada final para cierre». Implica cerrar todas las cuentas temporales al transferir sus saldos al patrimonio neto o capital propio.
Finalizando este arduo pero imprescindible recorrido habrá obtenido su resultado contable oficial brindándole claridad veraz sobre la situación económica completa enmarcada durante ese periodo específico evaluado demasiado fundamental para planificar decisiones futuras acertadamente.
Diferencia con el cierre fiscal
El cierre fiscal y el cierre contable, aunque correlacionados, son procesos sujetos a su propia regulación y finalidad. Vamos a elucidar las diferencias entre ellos.
El término ‘cierre contable’ se refiere a un proceso sistemático llevado a cabo por parte de las entidades financieras al fin de su año económico. Durante este proceso, se registran todas aquellas transacciones económicas que han ocurrido durante el periodo contabilizado. Este proceso implica la actualización de los libros de cuentas, la comprobación del balance de saldos y verificar que todas las cuentas estén en armonía con lo registrado. La finalidad clave aquí es brindar una visión clara y precisa del estado financiero relativo al periodo que acaba de concluir.
En cambio, el cierre fiscal encuentra su significado en el marco legal impositivo. Este proceso implica revisar los gastos e ingresos obtenidos durante un año calendario para determinar cuánto se adeuda en impuestos o cuánto puede devolverse al contribuyente. Así pues, como su propio nombre indica, tiene una íntima relación con los deberes fiscales cara a la administración tributaria.
Hay algunas diferencias fundamentales entre ambos:
1) Temporalidad: Mientras que el cierre contable suele acontecer al fin del año económico corporativo (que puede no coincidir con el año calendario), el cierre fiscal decurre regularmente en línea con el ciclo anual calendarizado.
2) Regulación: El primero es regido por normativas de ordenamiento contable y auditoria interna,mientras que el segundo está influenciado por legislaciones fiscales vigentes impulsadas por entidades gubernamentales.
3) Propósito: El objetivo del cierre contable es preparar estados financieros veraces para propósitos regulatorios e informativos a stakeholders como accionistas o inversores potenciales,mientras tanto, el propósito principal del cierre fiscal es calcular la carga impositiva empresarial o individual basándose en ingresos obtenidos y gastos deducibles realizados durante ese año fiscal específico.
4) Consecuencias: Un mal manejo del cierre contable podría tener consecuencias significativas para la compañía desde un punto de vista operacional o incluso reputacional. Del lado opuesto, errores o negligencias durante el procedimiento fiscal podrían derivar en problemas legales serios frente a las autoridades gubernamentales competentes.
En síntesis, aunque ambos procesos requieren minuciosidad y rigurosidad metodológica, gestionan aspectos diferentes dentro del marco financiero-económico empresarial e individual. De esta manera logramos entender mejor sus particularidades y matices diferenciadores.