Déficit público

El déficit público se refiere a la situación económica en la que los gastos del sector público superan sus ingresos durante un período determinado, generalmente un año fiscal. Este fenómeno muestra una insuficiencia en las finanzas públicas, debiendo el Estado financiar dicha diferencia mediante endeudamiento.

En la vasta y a veces enrevesada jerga de la economía, términos como «déficit público» tienden a surgir con frecuencia, aunque su significado pueda no estar del todo claro para muchos. En palabras llanas, imagina que eres un padre o madre de familia con un presupuesto anual para cubrir tus gastos. Si empezaras a gastar más de lo previsto y esos gastos superan tus ingresos para ese año, te encontrarías inevitablemente en una situación de déficit. Eso es precisamente el déficit público: el estado económico en el que los gastos del sector público, o sea, lo que el Estado invierte o destina en diferentes áreas (salud, educación, infraestructura, etc), sobrepasa sus ingresos durante un cierto lapso de tiempo habitualmente calculado por año fiscal. La consecuencia de esto es una carencia en las finanzas públicas que requiere ser financiada mediante endeudamiento. Pero este concepto tiene distintas aristas y se desglosa también en déficit fiscal y presupuestario ¿Quieres saber más? Acompáñanos mientras desentrañamos estos términos económicos clave y su impacto real.

Déficit público, déficit fiscal y déficit presupuestario

La economía de un país puede ser una compleja madeja de números y términos que, a primera vista, parecerían incomprensibles. No obstante, entender conceptos como déficit público, déficit fiscal y déficit presupuestario no tiene por qué ser intimidante.

Empecemos por el déficit público. Este término se refiere a la situación en la que los gastos de un gobierno superan sus ingresos. En resumen, es cuando el Estado gasta más dinero del que recibe. No es algo necesariamente negativo: muchas veces se concibe como un método para estimular la economía en tiempos difíciles. No obstante, si esta condición persiste durante mucho tiempo o se maneja incorrectamente puede llevar a problemas económicos graves como endeudamiento insostenible e inflación.

Por otro lado, el déficit fiscal se encarga más específicamente de las finanzas del gobierno central -es decir-, del resultado final tras restar los gastos públicos totales a los ingresos totales del estado sin incluir los préstamos netos.

Así pues, ¿cómo interactúan estos dos concepto? Pues bien, cuando hablamos de un déficit fiscal estamos hablando en realidad de un tipo particular de déficit público. El primero solo toma en cuenta al gobierno central mientras que el segundo incluye también otros elementos como la seguridad social y las empresas públicas.

Por último but no menos importante está el déficit presupuestario. Este término entra en juego cuando nos referimos a la diferencia entre lo que un gobierno espera gastar (presupuesto) y lo que realmente gasta. Si este número resulta ser negativo –si hay más gastos reales que esperados– estaremos ante un déficit presupuestario.

Entender estos tres conceptos permite tener una visión mucho más completa sobre cómo funciona la economía de nuestro país:

1) El déficit público nos muestra una foto amplia pero general del estado financiero nacional.
2) El déficit fiscal ofrece una mirada centrada especialmente en las acciones financieras directas del gobierno.
3) El déficit presupuestario aplica una lupa sobre el plan de acción financiera propuesto por el mismo versus lo que efectivamente sucede.

En definitiva y remarcándolo nuevamente, estos tres tipos de «déficits» son herramientas económicas poderosas en manos correctas,aunque pueden convertirse igualmente en pesadas cargas si son mal administradas.

Ejemplo de déficit público

El déficit público puede parecer un término abstracto, pero ocurre cuando los gobiernos gastan más de lo que ganan en un año fiscal. Para ilustrarlo con mayor claridad, veamos los siguientes ejemplos.

Piensa en un país ficticio llamado «Economía Alpha». En este país, el gobierno tiene dos fuentes principales de ingresos: los impuestos y la emisión de bonos. Durante el año fiscal 2020, Economía Alpha recaudó 500 millones en impuestos y 200 millones vendiendo bonos gubernamentales, totalizando 700 millones en ingresos.

Ahora bien, a lo largo del mismo año fiscal, el gobierno gastó 200 millones en infraestructuras (carreteras, hospitales), otros 300 millones para pagar salarios a empleados públicos (maestros, médicos) y 250 millones para programas sociales (becas educativas, seguridad social). Por tanto, el total de sus gastos ascendió a 750 millones.

Al restar las ganancias totales del Gobierno de Alfa (700 millones) de sus gastos totales (750 millones), nos encontramos con que Alfa tiene un déficit público de 50 millones. Es decir, que el gobierno gastó más dinero del que obtuvo durante ese año fiscal.

La magnitud del déficit no es siempre una mala noticia. El déficit público también puede ser una estrategia para impulsar la economía durante tiempos difíciles. De acuerdo al modelo keynesiano económico por ejemplo, durante una recesión, un gobierno puede decidir aumentar su gasto (creando así un déficit) para estimular la demanda agregada en la economía y alejarse del ciclo recesivo.

En consecuencia tendríamos:

  • Se recaudaron 700 millones.
  • Se gastaron 750 millones.
  • Hubo un déficit público de 50 millones.

Es importante mencionar que las cifras exactas variarán dependiendo del país y del año fiscal específico que se considere. Además será necesario gestionarlo eficazmente: demasiado presupuesto desequilibrado podría llevar a serias consecuencias económicas como hiperinflación o incluso una crisis financiera como vimos en Grecia durante la crisis Eurozona hace apenas unos años

En resumidas cuentas hemos visto cómo funciona exactamente el deficit público utilizando columnas simples de ingresos versus gastos e imaginándonos en una economía ficticia llamada Economía Alpha donde hemos podido palpar con sencillez cómo opera esta métrica clave en nuestras vidas cotidianas aún sin notarlo habitualmente.

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