La «Creación de valor» se refiere al proceso por el cual una empresa incrementa el valor de su producto o servicio para sus clientes mediante la innovación, mejora en calidad, eficiencia operacional, entre otros aspectos,generando así, un mayor beneficio y satisfacción para los clientes y proporcionando a la vez un rendimiento superior para los accionistas.
Justo en el núcleo de toda actividad empresarial se sitúa un principio fundamental, la creación de valor. Pero, ¿qué entendemos realmente por esta expresión y cuál es su verdadera trascendencia en el mundo empresarial? Alejándonos del argot técnico y los términos complejos utilizados habitualmente, podríamos definir la ‘creación de valor’ como ese arte mediante el cual una empresa se esfuerza por hacer que sus productos o servicios valgan más para sus clientes.
Esto es algo que puede alcanzarse a través de diferentes vías. La innovación constante, la mejora continua de calidad, o incrementar nuestra eficiencia en las operaciones del día a día son solo algunas formas válidas y efectivas para lograrlo. El objetivo final no debe ser otro que entregar mayor beneficio al cliente y obtener en consecuencia una mayor satisfacción por su parte.
Pero esto no termina aquí,además del cliente -que obviamente constituye una pieza clave- también consideramos otros actores relevantes como los accionistas. Para ellos, la creación de valor significará un rendimiento superior sobre su inversión.
En las siguientes páginas nos adentraremos más profundamente en este fascinante tema,hablaremos sobre cómo podemos medir esa creación de valor adicional y plantearemos reflexiones acerca del matiz diferenciador entre el valor intrínseco de una entidad comercial –su patrimonio– y cómo esta entidad consigue acrecentarlo mediante sus acciones.
Medición de la creación de valor
La medición de la creación de valor no es un camino sencillo, pero sí vital para el crecimiento y éxito continuo de cualquier empresa. Este proceso nos permite evaluar qué tan eficientemente una compañía está utilizando sus recursos para generar ganancias y, por ende, crear valor para los accionistas. Algunas formas comúnmente utilizadas para medir la creación de valor incluyen las finanzas corporativas tradicionales, indicadores financieros y no financieros y modelos de valor económico.
Comencemos con las finanzas corporativas tradicionales. En este ámbito, existen múltiples herramientas que pueden revelarnos cuánto valor está generando una empresa. Podemos hablar del rendimiento sobre el capital invertido (ROIC), el retorno sobre el activo neto (RONA), el flujo libre de efectivo o hasta del conocido Earning-Per-Share (EPS). Cada uno ofrece un enfoque diferente pero útil.
Por ejemplo, ROIC se calcula dividiendo el beneficio operativo después de impuestos entre la suma del pasivo neto y el patrimonio neto. Es decir, nos dice cuánta ganancia genera la empresa después de impuestos por cada unidad monetaria invertida en ella. Un ROIC más alto indica que la firma está generando más dinero por cada inversión realizada lo cual trae consigo un aumento en su rentabilidad.
En cambio, RONA es otra métrica que calcula qué cantidad de beneficios ha generado una empresa usando su capital total menos los pasivos corrientes como referencia. Un RONA alto significaría una mayor rentabilidad económica y viceversa.
En cuanto a indicadores financieros tenemos una gran variedad como puede ser el EBITDA (Beneficio antes de Intereses, Impuestos, Depreciaciones y Amortizaciones) o diversas ratios como Price to Earnings Ratio (PER) o Precio/Valor Libro (P/VL).
Un punto importante a considerar son también los indicadores no financieros ya que brindan información valiosa a tener en cuenta al evaluar la creación de valor dentro de una organización. Los índices no financieros pueden variar significativamente dependiendo del rubro empresarial: participación en el mercado, calidad del producto/servicio al cliente e innovación son solo algunos ejemplos.
Finalmente se encuentran los modelos econométricos avanzados basados en simulaciones y contables gerenciales como Economic Value Added (EVA), modelo DuPont o Valor Económico Agregado entre otros.
Para resumir:
1) Métodos tradicionales: ROIC, RONA,
2) Indicadores financieros: EBITDA,
3) Medidas no financieras: Participación del mercado,
4) Modelos avanzados económetro-contables: EVA.
Cada método tiene sus propias ventajas y limitaciones,sin embargo todos juntos conforman un abanico integral para medir cómo una organizidad maximiza sus recursos a fin producir retornos positivos que beneficien a todas las partes interesadas.
Diferencia entre valor de la empresa y creación de valor
En muchas circunstancias, el valor de la empresa y la creación de valor pueden parecer conceptos similares, pero en realidad son bastante diferentes. Es esencial entender estas diferencias para planificar adecuadamente la carrera financiera y económica de cualquier compañía.
El valor de la empresa, por un lado, es una medida cuantitativa que se calcula a partir del precio de mercado de sus activos. Esta figura refleja lo que vale famosa empresa en términos financieros e involucra elementos como capital accionario (acciones), bonos emitidos o préstamos recibidos. Para calcularlo, se suma el valor del capital propio o patrimonio neto (valoración de las acciones) y el valor de la deuda.
La creación de valor, por otro lado, es un proceso cualitativo más que cuantitativo. Este principio básicamente aborda cómo una empresa puede aumentar su valor con el tiempo mediante la implementación de estrategias para mejorar eficiencias operativas o comerciales. Aquí entran en juego políticas internas enfocadas en:
- Mejoramiento del producto o servicio ofrecido
- Expansión geográfica
- Innovación
- Estrategias financieras inteligentes para maximizar los retornos
- Aumento del alcance al cliente.
- Retención clientes existentes
En otras palabras, si vemos la empresa como un vehículo económico, su ‘valor’, sería lo que cuesta ese automóvil hoy en día respecto a sus características actuales,mientras que la ‘creación de valor’ sería qué modificaciones se pueden hacer a ese vehículo (mejor motor, diseño más eficiente) para aumentar gradualmente su precio en el futuro.
Por ende, aunque ambos términos giran en torno al ‘valor’, tienen implicaciones diferentes que deben tenerse en cuenta tanto por los dueños del negocio como por los inversionistas potenciales.
Debe destacarse también que las decisiones tomadas pensando solo en incrementar el actual ‘valor’ pueden no llevar efectivamente a una óptima ‘creación de valor’ futura.
Con todo esto dicho, queda claro entonces: El auto-rumbo comercial correcto fusiona ambos conceptos buscando no solo preservar e incrementar su patrimonio actual visible (‘valor’), sino también trazar un camino sostenible hacia fortalecerse con miras al mañana (‘creación’) añadiendo funcionalidades competitivas a su oferta general cada vez más relevante y atractiva dentro del escenario económico y financiero actual.