Core capital

El «Core Capital» o Capital Fundamental es el capital mínimo que una institución financiera debe mantener para absorber pérdidas y continuar su operación sin afectar a los depositantes. Incluye acciones ordinarias, reservas retenidas y ganancias no repartidas. Es una medida crucial de la estabilidad financiera de un banco.

En el impredecible mundo de las finanzas, contar con una seguridad ante posibles percances es fundamental. Este papel lo cumple el denominado «Core Capital» o Capital Fundamental. Imaginemos que cada entidad financiera es un barco en medio del océano, y este capital sería el salvavidas que permite mantenerse a flote ante cualquier tormenta, garantizando su funcionamiento sin afectar a los pasajeros – en este caso, los depositantes. El Capital Fundamental está compuesto por elementos estables como son las acciones ordinarias, las reservas retenidas o las ganancias no repartidas, siendo un indicador vital de la solidez financiera de un banco.

Tomar consciencia de la importancia que tiene disponer de una cantidad adecuada de Core Capital nos lleva irremediablemente a adentrarnos en su cálculo y entender cómo afectan acuerdos internacionales como Basilea III a su definición y requisitos exigibles. En este recorrido desgranaremos estas cuestiones para que podamos comprender mejor esta herramienta esencial para la salud económica de nuestras instituciones financieras.

Cálculo del core capital de una entidad

Entender cómo calcular el core capital de una entidad financiera es esencial para evaluar su solvencia y resistencia a los riesgos. El proceso puede parecer complejo, pero desglosándolo paso a paso, podríamos arrojar luz sobre este importante aspecto de la economía y las finanzas.

Primero, hemos de definir qué es el core capital. Esencialmente consiste en los recursos financieros que una entidad tiene a su disposición para enfrentar riesgos imprevistos o pérdidas sustanciales. Usualmente incluye acciones comunes, ganancias retenidas y bonos convertibles. Con todo, elementos como intangibles o activos ilíquidos son excluidos. Esto se debe a que no pueden ser vendidos rápidamente para cubrir pérdidas en tiempos de crisis.

Para calcular el core capital necesitamos identificar varios elementos clave:

  • Acciones Comunes. Son las inversiones realizadas por los propietarios de la empresa. Puede encontrarse en los informes financieros bajo «capital social emitido» o «capital suscrito».
  • Ganancias Retenidas. Estas son las utilidades acumuladas de la empresa que no han sido distribuidas como dividendos sino re-invertidas nuevamente al negocio.
  • Bonos Convertibles. Estos son instrumentos financieros que pueden ser intercambiados por un número preestablecido de acciones en el futuro.

Una vez identificados estos componentes, debemos sumarlos todos juntos para obtener el valor del core capital.

Core Capital = Acciones Comunes + Ganancias Retenidas + Bonos Convertibles

Aunque este cálculo parece sencillo, hay un par de consideraciones adicionales muy importantes:

  • Los ajustes por previsiones crédito deben ser considerados disminuyéndolos del total del core capital.
  • Adicionalmente,hay que tener en cuenta factores regulatorios ya que cada país tiene diferentes normativas acerca del reconocimiento y cálculo del core capital.

El análisis del core capital implica más allá de un mero cálculo matemático teniendo fuertemente arraigado sus bases en la gestión financiera sólida, consciente y regulatoria orientada hacia una cultura organizacional resistente e innovadora capaz garantizar la actualización constante conforme al ambiente cambiante financiero.

Finalizando, es fundamental mantenerse vigilantes sobre cómo se calcula y se interpreta el core capital pues puede ser una brillante estrella guía reflejando estabilidad bancaria y financieramente hablando proveyendo confianza tanto para inversores como stakeholders implicados a lo largo del juego económico.

Basilea III y el core capital

Basilea III, a menudo considerada como el tercer pilar de las regulaciones bancarias modernas, lleva el concepto de capital básico o core capital a un nuevo nivel. Este marco regulatorio global fue diseñado en respuesta a la crisis financiera de 2008 con el objetivo de mejorar la calidad del capital que los bancos debían mantener y fortalecer su capacidad para absorber posibles pérdidas.

El core capital es una métrica fundamental en Basilea III. Se define como el patrimonio tangible común del banco, que incluye las acciones ordinarias emitidas y las ganancias acumuladas. Esencialmente, representa los recursos financieros más seguros y líquidos que una institución bancaria posee. Esta forma de capital actúa como un amortiguador contra potenciales aprietos económicos o financieros.

Basilea III elevó sustancialmente los requisitos mínimos para este tipo de capital. Bajo sus lineamientos, el ratio mínimo del core equity tier 1 (CET1), que es una medida más estrecha del core capital, se incrementó al 4.5 por ciento del total de activos ponderados por riesgo (TAPR), frente al 2 por ciento bajo Basilea II. Adicionalmente, se introdujo un buffer de conservación de capital del 2.5 por ciento, elevando efectivamente el requisito total del CET1 al 7 por ciento.

Por otra parte, Basilea III introduce nuevos criterios para lo que puede ser incluido en el núcleo del core capital:

  • Debe ser completamente pagado y libre de obligaciones futuras para el emisor.
  • Los titulares deben tener derechos irrestrictos respecto a dividendos no pagados.
  • En caso de liquidación del emisor, los tenedores tienen prioridad después que todos los otros acreedores hayan sido saldados.

Estas medidas se implementaron con la intención explícita de fortalecer la resiliencia financiera a largo plazo tanto en nivel individual de cada entidad como sistémicamente.

Por último cabe destacar que aunque pacíficas en intención y llevadas por un espíritu proteccionista para evitar crisis globales,estas medidas pueden representar retos importantes para algunos bancos: estas exigencias regulatorias pueden presionar sus operaciones diarias y requerir estructuración estratégica acertada.

A modo de resumen: Basilea III redefine lo que constituye al core capital e introduce umbrales más estrictos sobre cómo debe ser medido y mantenido dentro de una institución financiera. Como resultado directo tenemos sistemas financieros mejor equipados con reservas robustas capaces incluso resistir períodos económicos adversos extensamente prolongados.

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