El consumo intermedio se refiere a la adquisición de bienes y servicios por parte de una empresa, destinados a ser transformados o incorporados en el proceso productivo. No resultan en producto final ni son utilizados para su venta directa, sino que contribuyen a la creación del producto o servicio definitivo. Estos consumos son valorados al precio de adquisición sin incluir el IVA deducible.
El viaje de un producto desde su concepción hasta el momento en que se convierte en una realidad terminada puede parecer simple, pero no lo es. Entre el inicio y el fin, muchos procesos y materiales intervienen para darle forma, permitiéndole evolucionar desde una idea abstracta hasta un bien tangible listo para usar. Uno de esos procesos clave es el «consumo intermedio». Aunque este término puede sonar técnico o incluso intimidante, su comprensión es fundamental para entender cómo funciona nuestra economía y cómo se crean nuestros bienes y servicios.
El consumo intermedio es como los ingredientes secretos de una receta. Son todas aquellas compras que hace una empresa, no con la intención de venderlas como están, sino con la finalidad de transformarlas o incorporarlas en la producción de otro producto. Los consumos intermedios son aquellos insumos que dan forma a la receta del producto final sin que ellos mismos sean el plato final.
Para llevarlo al día a día, imagina que estás preparando un pastel: los huevos o la harina serían ejemplos del consumo intermedio,elementos sin los cuales no habría pastel, pero que uno no vende directamente al consumidor.
En las siguientes páginas abordaremos algo más profundo: los tipos de consumos intermedios existentes en diversas industrias para entender mejor cómo estos elementos detrás del escenario juegan roles fundamentales en nuestras economías y vidas diarias.
Tipos de consumo intermedio
En la economía, el consumo intermedio tiene varias formas y categorías. De hecho, este concepto engloba una amplia gama de bienes y servicios que las empresas usan en su producción. A grandes rasgos, podemos clasificar estos tipos de consumo intermedio en tres categorías principales: insumos físicos, servicios comerciales e insumos laborales.
Los insumos físicos son los bienes tangibles que una empresa necesita para producir sus productos. No sólo se incluyen materias primas como madera, metales y materiales químicos, sino también mercancías semiacabadas. Estas últimas pueden ser piezas fabricadas por otras empresas que se integran en el producto final de la empresa consumidora. Los combustibles y energía también tienen un papel relevante como insumos físicos.
Por otro lado, los servicios comerciales cumplen un papel esencial pero no tangible en la producción de bienes. Este tipo de consumo intermedio abarca desde servicios profesionales especializados hasta contratos de mantenimiento o suministro eléctrico. Las empresas tienden a subcontratar estos servicios a terceros para concentrarse mejor en labores directamente relacionadas con su core business.
Finalmente, hablando del tercer tipo principal de consumo intermedio – los insumos laborales -, nos referimos principalmente a empleados contratados específicamente para un periodo o proyecto determinado (conocidos comúnmente como trabajadores temporales). Su contribución puede variar enormemente dependiendo del sector pero siempre será crucial para la producción final ya que aportan habilidades especializadas o cubren necesidades puntuales.
Como resumen, el consumo intermedio representa todos aquellos elementos (físicos o intangibles) que consumen las empresas durante su proceso productivo. Dependiendo del tipo exacto de insumo utilizado – ya sean materias primas evidentes como madera o metal para fabricación, servicios secundarios subcontratados a otras empresas o trabajadores temporales -, cada uno juega un papel diferenciado e igualmente importante en el éxito global del resultado final.
Es esencial la buena gestión y optimización del consumo intermedio por parte de las organizaciones pues su impacto es directo sobre los costes empresariales y por ende sobre la competitividad económica.