Comité de Basilea

El Comité de Basilea es un organismo internacional de supervisión bancaria que formula estándares y directrices para garantizar la estabilidad financiera mundial. Creado en 1974 por el Banco de Pagos Internacionales, busca fortalecer la solvencia y resistencia del sector bancario, promoviendo regulaciones prudenciales.

Bienvenidos a un viaje apasionante por el mundo de la estabilidad financiera global. Nuestro protagonista no es un superhéroe convencional, pero juega un papel vital en mantener seguras nuestras economías. Nos referimos al Comité de Basilea, una entidad clave que trabaja entre bambalinas en el teatro del sistema bancario internacional. Imagínense a este comité como una especie de árbitro o vigilante del sector bancario mundial, estableciendo reglas y pautas para evitar situaciones de crisis financieras y asegurando que los bancos mantengan unos asientos sólidos y resistentes a todo tipo de embates económicos.

El Comité de Basilea nació en 1974 bajo el amparo del Banco de Pagos Internacionales, con la misión de reforzar la fortaleza y resistencia del sector bancario. Su papel es fundamentalmente prevenir que los problemas financieros puedan propagarse, generando desafíos económicos a nivel global. Su trabajo no siempre está a simple vista pero es crucial para mantener la salud financiera mundial.

En los próximos apartados profundizaremos sobre su historia fascinante e intrigante y pasaremos por sus importantes acuerdos conocidos como Acuerdos de Basilea. Sin más preámbulos, adentrémonos en este imprescindible organismo internacional.

Historia del Comité de Basilea

El Comité de Basilea sobre Supervisión Bancaria nació en 1974, fruto de una colaboración internacional liderada por los gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los Diez (G10). Este grupo inicialmente estaba conformado por Bélgica, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.

La creación del comité fue resultado directo de las preocupaciones sobre la estabilidad financiera tras el colapso bancario internacional en 1974. En aquel entonces dos bancos alemanes se hundieron bajo un peso inmenso de préstamos incobrables. Las repercusiones se sintieron en todo el mundo financiero y dieron lugar a la necesidad evidente de una mayor cooperación transnacional para supervisar y asegurar la salud del sistema bancario global.

El nombre «Basilea» proviene simplemente del hecho que las reuniones se llevan a cabo con regularidad en Basilea, Suiza. Pero se trataba y sigue tratándose mucho más que simples reuniones. En realidad es un foro constante para compartir información entre sus miembros y promover las mejores prácticas en supervisión bancaria.

Desde su inicio hasta principios de los años noventa este comité centró sus esfuerzos principalmente en mejorar la calidad de la supervisión bancaria a nivel mundial. Fueron creados códigos internacionales para medir y gestionar adecuadamente los riesgos financieros.

Posteriormente en 1988 publicó el Acuerdo de Capital conocido como Basilea I donde se estableció un estándar internacional por primera vez que requería que los bancos mantuvieran cierto nivel de capital con relación a sus activos ponderados por riesgo. Su objetivo principal era fortalecer la resistencia del sector financiero ante problemas económicos o evenencias adversas.

Luego surgió el Acuerdo Basilea II en 2004 como una respuesta a las críticas hacia su predecesor dando lugar a cambios significativos como introducir requisitos mínimos para atajar riesgos operacionales e instar al uso avanzado tecnologías financieras.

Tras el estallido inesperado de la crisis financiera global entre 2007-2008 emergió el Acuerdo Basilea III con propuestas más sólidas para mejorar el control sobre las instituciones financieras mejorando regulaciones sobre cantidades obligatorias de liquidez y capitales propios además poniendo hincapié en corregir comportamientos empresariales peligrosos.

A lo largo del tiempo este Comité ha demostrado ser indispensable dentro del andamiaje financiero global. A pesar desafíos inherentes logra coordinación e incrementada seguridad frente volatilidad económica manejando eficientemente riesgos asegurando así resiliencia imprescindible dentro sistema financiero mundial.

Acuerdos de Basilea

Las normativas financieras internacionales, conocidas como los Acuerdos de Basilea, son fundamentales para regular y estabilizar el sistema financiero mundial. Estos acuerdos son fruto de las deliberaciones del Comité de Basilea, un ente compuesto por representantes de bancos centrales y autoridades monetarias provenientes de los países más industrializados del mundo.

Establecidos en tres versiones en diferentes momentos -Basilea I (1988), Basilea II (2004) y Basilea III (2010)- estos acuerdos sirven para fortalecer la solidez y resistencia del sector bancario. La finalidad es evitar turbulencias financieras como la crisis económica global que sacudió a principios del siglo XXI.

El primer acuerdo, conocido como Basilea I, fue creado con el propósito principal de establecer un nivel mínimo de capital que las instituciones bancarias debían mantener. Esto apuntaba a reducir el riesgo crediticio, es decir, la posible incapacidad de un prestatario para cumplir con sus obligaciones financieras.

Posteriormente, dadas las crecientes complejidades del sistema financiero global, se implementó Basilea II. Este acuerdo añadió otros dos tipos de riesgos a proteger: el riesgo operacional (posibles pérdidas debido a fallos procesales internos o eventos externos) y el riesgo de mercado (pérdidas derivadas de fluctuaciones en los mercados financieros). Además, introdujo reglas más rigurosas para medir estos riesgos e incorporó supervisión regulatoria y disciplina del mercado.

Asimismo, respondiendo al estallido devastador de la crisis financiera mundial que comenzó en 2008, se promulgó el tercer acuerdo conocido como Basilea III. Esta nueva revisión pretendía asegurar aún más la robustez del sistema bancario mediante mayores exigencias sobre calidad y cantidad mínima del capital que los bancos deben poseer. También integraba reglas más estrictas sobre liquidez (activos fáciles de convertir en efectivo sin pérdida significativa) y apalancamiento (nivel relativo entre créditos proporcionados por una entidad bancaria respecto a su propio patrimonio), junto con otras modificaciones destinadas a mejorar la gestión integral del riesgo.

Estos Acuerdos han jugado un papel importante dándole estabilidad al sector financiero internacional. Sin embargo no están exentos de crítica o controversia ya que su aplicabilidad depende mucho del contexto particular socio-económico-político-jurídico de cada país miembro.

En resumidas cuentas, los Acuerdos representan herramientas principales con las cuales operan las instituciones financieras globales para garantizar una economía segura y estable ante tácticas imprudentes o desajustes sistémicos. Su revisión continua se hace imprescindible dado al cambio constante y creciente complejidad del escenario financiero global.

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