La contabilidad mental se refiere al sistema cognitivo subjetivo de organizar, categorizar y evaluar decisiones financieras bajo el marco de diversos «sobres» mentales. Este sistema afecta en cómo percibimos e interpretamos nuestro comportamiento económico y su impacto en nuestras decisiones financieras, introduciendo un posible sesgo en la gestión objetiva del dinero.
Adentrémonos al fascinante mundo de la contabilidad mental, una dimensión que va más allá de los números y se introduce en el laberinto de nuestros procesos cognitivos. Muchas veces, sin darnos cuenta, segregamos nuestro dinero en diferentes «categorías» o «compartimentos» mentales —un mecanismo que puede desvirtuar nuestras decisiones financieras trayendo consigo un sesgo subjetivo a nuestras (quizás no tan) racionales elecciones.
¿Alguna vez has pensado en qué se gasta tu salario antes de recibirlo? ¿Has sentido que un euro ganado es diferente a un euro encontrado? Si las respuestas son afirmativas, estás ya familiarizado con la contabilidad mental, aunque quizás no lo sabías.
Esta disciplina arroja luz sobre cómo organizamos y evaluamos instintivamente nuestra economía personal con base a cómo percibimos e interpretamos nuestros recursos financieros.
En lo que sigue escudriñaremos más profundamente el origen de esta teoría, aprenderemos acerca del novedoso concepto del ‘empujón’ e identificaremos los sesgos que pueden surgir fruto de esta peculiar forma de gestión mental del dinero. Para finalizar, ejemplificaremos todo lo anterior analizando nuestra relación con los impuestos bajo el lente de la contabilidad mental. Prepárate para descubrir una dimensión sorprendente y poco explorada del manejo económico personal+.
El origen de la teoría de la contabilidad mental
La teoría de la contabilidad mental tiene sus raíces en varias disciplinas y áreas de estudio, entre las que destacan la psicología cognitiva y económica. Comenzó a tomar forma durante los años setenta y ochenta gracias al trabajo de varios estudiosos, pero fue Richard Thaler quien realmente hizo hincapié en esta teoría.
Thaler es un economista comportamental y premio Nobel que ha influido notablemente en el desarrollo del campo. Basa su trabajo en la idea de que las personas operamos con un marco mental no siempre lógico ni racional, lo que provoca que nuestras decisiones económicas a menudo difieran de lo que los modelos económicos estándar predicen.
Nuestra mente clasifica, codifica e interpreta las transacciones financieras de acuerdo con ciertas normas heurísticas o reglas empíricas. En lugar de considerar nuestro dinero como un fondo general sin etiquetas, dividimos nuestro dinero en diferentes categorías mentales o ‘cuentas’ basadas en diversos criterios como el origen del dinero (por ejemplo, salario vs premio) o su propósito previsto (por ejemplo, gastos diarios vs vacaciones).
Esto puede llevarnos a tomar decisiones ilógicas desde el punto de vista financiero. Por ejemplo, podemos estar dispuestos a hacer un viaje caro usando el dinero inesperado ganado en una lotería mientras nos resistimos a usar nuestros ahorros regulares para el mismo viaje aunque sea más razonable financieramente hablando.
En resumidas cuentas:
- La idea básica detrás de la contabilidad mental fue introducida por Richard Thaler.
- Nuestra mente tiende a segmentar nuestro dinero en diferentes cuentas virtuales basándose tanto en su origen como en su propósito.
- Esto puede lleva a tomar decisiones irracionales desde el punto de vista económico.
Este marco conceptual se vuelve cada vez más relevante a medida que buscamos entender mejor cómo los individuos toman decisiones respecto al dinero y cómo se podrían influir estas decisiones para mejorar la salud financiera personal y colectiva.
La teoría del empujón
La teoría del empujón (o nudge theory, en inglés) es un concepto revolucionario que tiene sus raíces en la economía conductual. Esta teoría mantiene que las personas suelen tomar decisiones financieras basadas en comportamientos irracionales y prejuicios psicológicos, en lugar de tomar decisiones racionales y bien fundadas. A grandes rasgos, el ‘empujón’ se emplea como un sutil estímulo para orientar las decisiones hacia una elección más beneficiosa sin limitar la libertad de elección.
Podemos considerar tres aspectos fundamentales de este término: prevalencia natural, diseño inteligente y aplicación consciente. En primer lugar, los ‘empujones’ ocurren naturalmente todos los días. Desde publicidad hasta presentaciones de productos, se utilizan técnicas sutiles para influir en nuestras decisiones.
Luego tenemos el diseño inteligente. Esto simplemente significa que se requiere cierta habilidad y comprensión para crear un ‘empujón’ efectivo. Debe ser lo suficientemente persuasivo para influir en la decisión pero no tan obvio que parezca coercitivo.
Finalmente, abordamos la aplicación consciente. Los diseñadores del «empujón» deben tener una comprensión clara del resultado deseado y cómo su intervención puede ayudar a lograrlo.
¿Pero qué relación guarda todo esto con la contabilidad mental? Pues bien, estas pequeñas tácticas psicológicas pueden ayudarnos a establecer hábitos más saludables con el dinero si se aplican correctamente.
Por ejemplo:
- Asignación de gastos. Para evitar gastar de más o usar dinero destinado a otros fines, puedes dividir tus ingresos en diferentes cuentas o subcuentas dedicadas a gastos específicos como alquiler, comida o entretenimiento.
- Ahorro automático. Programar transferencias automáticas a cuentas de ahorro puede ser útil para aquellas personas que luchan por ahorrar parte de sus ingresos regularmente.
- Recordatorios frecuentes. Recibir recordatorios regulares sobre tus objetivos financieros puede mantener tu atención enfocada e impulsarte a seguir ahorrando o disminuir tus gastos.
Como resumen, al aplicar estos ‘empujones’ dentro de nuestra contabilidad mental podemos mejorar nuestros hábitos financieros y dirigir nuestras finanzas hacia una posición más saludable económicamente.
El sesgo de la contabilidad mental
La contabilidad mental es un concepto clave en economía que nos permite analizar y entender cómo las personas toman decisiones sobre su dinero. Uno de los elementos centrales de este concepto es el «sesgo de la contabilidad mental», que hoy vamos a explorar con más profundidad.
En primer lugar, es necesario comprender qué significa exactamente este sesgo. En términos generales, el sesgo de la contabilidad mental se refiere a cómo organizamos, codificamos y evaluamos nuestras acciones económicas. Tendemos a dividir nuestro dinero en diferentes categorías mentales – un fenómeno conocido como «etiquetado mental» -, asignando ciertos importes para gastos específicos como la hipoteca, comida, entretenimiento, etcétera. Aún así, esta clasificación rara vez sigue un patrón lógico o racional.
Aquí empieza a jugar el sesgo. Supongamos que tienes 1.000 euros para pagar tus facturas mensuales y por otro lado recibes un extra inesperado de 500 euros proveniente de un bono laboral. Ahora cuentas con 1.500 euros pero en lugar de ver todo ese capital como una suma total homogénea para cubrir tus necesidades económicas globales – pagos pendientes y posibles inversiones o ahorros – puedes caer en el error común del etiquetado mental y considerar solo esos 500 euros para gastos extra o incluso innecesarios.
Este sesgo puede llevarnos a tomar decisiones financieras poco eficientes. Ya que no estamos valorando cada euro igualmente,sino que lo valoramos dependiendo del origen o destinos que nosotros mismos le hemos atribuido.
El problema con el sesgo de la contabilidad mental reside precisamente en ese proceso ilógico e irracional al dividir nuestro dinero. Nos lleva a perder oportunidades valiosas e ignora la economía básica: Cada euro tiene exactamente el mismo valor independientemente del origen o destino que le demos.
Para evadir los peligros del sesgo de la contabilidad mental:
- – Es importante mantener constante autoobservación,
- – Evaluar nuestras divisiones monetarias,
- – Y preguntarnos constantemente si estamos administrando nuestros recursos financialmente de manera óptima.
Argumentar que porque cierto dinero es «extra» podemos gastarlo irresponsablemente nos sitúa fuera del camino lógico financiero y suele terminar costándonos más caro al final. Por tanto, entendiendo cómo opera este sesgio podemos tomar mejores decisiones financieras.
Revisar nuestros propios hábitos financieros y observar si estamos cometiendo errores basados en el sesgo de la contabilidad mental puede ser una forma efectiva hacia una mejor salud financiera personal.
Ejemplo de contabilidad mental. Los impuestos
Los impuestos, una de las obligaciones financieras más comunes y recurrentes, brindan un ejemplo claro de contabilidad mental en nuestra vida cotidiana. Si bien a menudo nos parecen pesados y complicados, pueden servir como un ejercicio práctico para entender este concepto.
Para empezar, imagine a Juan. Cada vez que recibe su salario mensual, calcula mentalmente cuánto dinero tiene después de retirar lo que debe pagar en impuestos. Instintivamente está separando el dinero en distintos «frascos» mentales: el frasco del «dinero para gastos», el del «dinero para entretenimiento» y por supuesto, el del «dinero para impuestos». Juan subdivide su ingreso inmediatamente después de recibirlo en base a los compromisos financieros futuros. Esta es una manifestación clara de contabilidad mental.
Ahora consideremos cómo se comporta cuando recibe un reembolso fiscal anual. Aunque se trate simplemente de la devolución de una porción del dinero que él ganó durante el año pasado, puede sentirse tentado a tratar este dinero como algo extra o “gratis”. Este “dinero extra” podría caer en la categoría mental de “lujos” o “entretenimiento”, cuando tal vez sería más prudente ponerlo en su cuenta de ahorros o usarlo para saldar una deuda.
Examinemos también qué sucede con aquellos individuos que trabajan por cuenta propia y deben calcular sus propios impuestos anuales o trimestrales. Para ellos, la contabilidad mental juega un papel crucial al asignar parte del ingreso obtenido durante ciertos periodos para cubrir sus obligaciones fiscales futuras.
Estos escenarios ilustran algunos ejemplos prácticos sobre cómo intervienen las finanzas personales y la psicología cognitiva para crear esa dinámica interesante conocida como contabilidad mental relacionada con los impuestos. La idea es reconocer que cada decisión financiera entraña dos capas: los datos financieros objetivos (ingresos netos después del impuesto sobre la renta) y las percepciones subjetivas (cómo categorizamos y manejamos ese dinero).
Por tanto, vale destacar tres aspectos núcleo:
- Nuestro cerebro tiende naturalmente a dividir nuestro dinero en diferentes ‘cajas’ o categorías.
- Nuestra percepción sobre estas ‘cajas’ puede influir fuertemente en nuestras decisiones financieras.
- Conocer estas tendencias pueden abrirnos camino hacia hábitos financieros mejores e incluso estrategias innovadoras para manejar nuestros recursos.
En resumen, aunque impositivo e inevitable pueda parecer el actuar con base a la economía cognitiva,estamos dando indicios claros acerca cómo funciona nuestra materia gris frente al resultado del acto económico-financiero: Dinero,reflejado principalmente cuando se habla acerca del manejo que hacemos al disponer nuestros impuestos.
La comprensión clara de estos procesamientos internos reflexivos puede aumentar nuestras posibilidades hacia una salud financiera mejor establecida e incluso más optimizada.